BIENVENIDOS. LOS INVITO A INGRESAR A UN MUNDO MÁGICO DONDE EL ARTE ES LA MISMA NATURALEZA. Crónicas de viajes por Argentina.

"NUNCA ANDES POR EL CAMINO TRAZADO, PUES TE CONDUCIRÁ ÚNICAMENTE HACIA DONDE LOS OTROS FUERON". (Alexander Graham Bell)

jueves, 25 de julio de 2019

LUNA: LA ENVIADA

Nuevo libro sobre la historia de una perra adoptada,



  Aquella tórrida noche de un seco verano, se “sentía” distinta.  No había ni una nube en el cielo estrellado, ni un soplo de viento que moviese las hojas de los tristes sauces.
  La cachorra Blanquita estaba inquieta, su hermano Negri caminaba por los alrededores resecos con la lengua afuera, como buscando algo.
  Mamá “Perro” descansaba tranquila en el corredor de la casa. Olía a jazmines por el oeste y a bosta de chiquero por el Sur. Mamá y Papá humanos, después de la cena, desaparecieron en el interior de la casa. Desde donde los hermanos se encontraban, podían ver cómo se apagaba la luz de su cuarto.
  Blanquita se acercó al cacharro para beber. Negri la imitó y luego la invitó a caminar hacia el campo donde crecía el maizal, muy castigado por la sequía persistente de ese verano. Un coro de grillos los acompañó. A esa hora de la noche, el campo se extendía voraz ante ellos, salpicado de grupos negros desfigurados por la distancia, allí, donde algún montecito cortaba la monotonía del paisaje campestre. Blanquita y Negri se acercaron a la laguna que se veía muy poco atractiva con tan poca agua, y se echaron entre los yuyos mustios de la orilla; croaban las ranas y el zumbido de los insectos nocturnos invadían el silencio nocturno que los rodeaba.

  -Negri, quisiera irme de casa. –dijo Blanquita, de repente, sobresaltando a su hermano que la miró asombrado parando sus orejitas.
  -Sí… no te asombres, quisiera decidir yo misma sobre mi destino, elegir los humanos con quien deseo pasar mi vida. No quisiera seguir el camino de nuestros hermanos que un día partieron cuando los vinieron a buscar y no pudieron decir nada. Seguramente, pronto, vendrán también por nosotros.
  Negri quedó un rato pensativo, la mirada perdida en la clara noche. Su hermanita tenía algo de razón, pero… dejar el hogar que los vio nacer para recorrer ese agreste y desconocido mundo que los rodeaba, pasar todo tipo de penurias, hasta dar con los humanos adecuados. ¿Cómo iban a darse cuenta dónde encontrarlos?
-No me parece una buena idea Blanquita, tal vez podamos quedarnos acá con Mamá y los dueños de casa.
-Seguro que uno de los dos será entregado, y no quiero ser yo. -protestó Blanquita- Mejor me voy. Si quieres puedes venir conmigo, o me iré sola.
-Está bien, te acompaño, pero una vez que te vea segura en algún lugar, me vuelvo a casa.
-Hecho. –le dijo y le dio un lambetazo.
  Se sintió tan feliz, que se quedó dormida a la vera de la laguna, alumbrada por la gran luna, que sonriente, veló sus sueños.