BIENVENIDOS. LOS INVITO A INGRESAR A UN MUNDO MÁGICO DONDE EL ARTE ES LA MISMA NATURALEZA. Crónicas de viajes por Argentina.

"NUNCA ANDES POR EL CAMINO TRAZADO, PUES TE CONDUCIRÁ ÚNICAMENTE HACIA DONDE LOS OTROS FUERON". (Alexander Graham Bell)

EVOCACIONES DE UNA VIAJERA. Ediciones Marymar. 1988. 217 páginas. Autor: Etel Carpi, derechos reservados.

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prólogo


Etel Carpi a lo largo de sus vivencias nos llevará a conocer nuestro país, no solamente su geografía, sino también su fauna y su flora.
Los lectores encontrarán un relato ameno, descriptivo, que los hará viajar y los transportará por ignotos lugares. Se puede palpar a través de cada uno de ellos, la forma de sentir, de vivir la naturaleza.
Las diversas anécdotas, muchas de ellas risueñas, contienen reflexiones sobre la acción del hombre frente al medio natural, a veces destructora y en otras en su defensa.
La autora supo llevar al papel sus caminos recorridos y sus conocimientos, de una manera amena y entretenida. Desde la alta montaña en el abra del Acay, donde " algo aflora en mí y gozo al estar allí porque creo encontrar en medio de la aparente inmensidad sin nada, una semilla de vida que espera el riego de nuestras ganas de amar".Hasta la estepa patagónica, en ese lugar, en el que el "aire suave, algo fresco, endulzó el cansancio de tantas horas caminando, de tantas horas admirando y sintiendo en medio de ese edén".
Quienes aman a la naturaleza se sentirán reconfortados y quienes quieren descubrirla tienen la oportunidad de hacerlo leyendo las siguientes páginas.
Sus seguidores valorarán y premiarán con la lectura su obra, como justo reconocimiento a su labor.

                                Dr. Martín R. de la Peña
En Esperanza, Santa Fe. 29 de mayo de 1986.


PRELUDIO EN VERSO

Recuerdo esos días ya tan lejanos
de horas muy quietas,
días de infancia por los verdes campos
sin una senda
con mis tiernas alas batiendo alegre
por la pradera.

El frío supremo en tardes de invierno
regando mi huella.
El sol de la tarde rubio y liberto
sobre mi testa,
y en mis manos aladas, la ternura
suave y pequeña.

Recuerdo al silencio robando mi alma
de primavera,




al viento rugir entre los maizales
con voz de quena
y un aroma a tierra, profundo y largo
era en mis selvas.

Ensayaban las aves sus canciones
y yo, pequeña,
soñaba formar con ellas -¡oh cielos!-
toda una orquesta;
y llegar sujeta a sus fuertes alas
hasta una estrella.

Recuerdo... natura me dio el brebaje 
de la belleza
y desde entonces navego en el mundo
como una muerta
preguntando y esperando de los hombres
justa respuesta.

PRELUDIO EN PROSA

Ahora lo sé: es fácil amar a la naturaleza para quienes tenemos los ojos preparados para observarla, el corazón abierto para sentirla y el alma entrenada para admirarla.
Y declaro aquí que la amo con todos sus misterios y matices, de la misma forma en que aseguro mi amor por el arte. Porque es belleza, pureza, luz y paz.
Siempre pensé que la naturaleza es el arte perfecto porque es el canto a la armonía y al equilibrio, todas sus piezas ocupan el lugar que deben ocupar... ¿acaso el arte no es armonía?. Una buena composición musical, un buen cuadro, una buena poesía... respiran armonía, equilibrio, paz... como los elementos de la naturaleza que no han sido alterados por la acción del hombre. Y sin embargo, por ser el hombre el único ser pensante capaz de razonar, bien debiera seguir esa armonía creando y no destruyendo o alterando ese equilibrio perfecto que las propias leyes de la naturaleza se encargan de conservar.
Nunca podré definir cuál de las dos cosas descubrí primero porque desde que tengo uso de razón siempre ocurre que una cosa me lleva a la otra: la naturaleza me lleva al arte y el arte me lleva a la naturaleza, y aquello que he perseguido -que persigo- armonía, equilibrio, belleza, paz, lo encuentro en el mundo sublime de natura y he podido recrearlo en el no menos sublime mundo del arte.
Hoy quiero compartir con los lectores las evocaciones de casi catorce años de aventuras por todos los rincones de mi país, en busca de su naturaleza para vivirla y recrearla por medio del arte.
Y como en todo, hay un principio...

El primer llamado de la naturaleza creo haberlo sentido entre los 10 y 11 años, cuando ya había comenzado mis estudios de música, en cuanto a las inquietudes por la pintura y la poesía despertaron algo más tarde, hacia los 12,13 años.
Por aquel entonces mi padre Bautista acudía con bastante frecuencia al campo situado en el paraje denominado "La Tribu" a unos 10 kilómetros de nuestro pueblo "Los Toldos" en el N.O. de la provincia de Buenos Aires.
Estos nombres tienen mucho que ver con la historia de la zona.En ese lugar, que hoy llamamos "La Tribu", tenían sus tolderías los integrantes de la tribu del Cacique Ignacio Coliqueo en el siglo pasado, que colaboraron en la defensa de nuestras precarias fronteras con el territorio indio.
En esos viajes "al campo" comencé a sentir la alegría de vivir con la naturaleza. Me fascinaba recorrer el terreno en todas direcciones dejándome acariciar por el viento, el sol y acompañar por el griterío ensordecedor de los teros a quienes perturbaba nuestra presencia.
Me gustaba ayudar a mi padre en las mediciones para fijar el lugar donde irían los alambrados porque tenía la libertad de sentir a la tierra muy cerca de mí.
Me hacía feliz ese aroma silvestre del campo, ese sabor a vida que llegaba con diafanidad plena a colmar todos mis sentidos y, a pesar de mi corto entendimiento, aquellos días estaban alimentando a ese duende que años más tarde guió mis pasos por los senderos puros de la naturaleza.
Con nosotros -infatigable- iba siempre un gran personaje: Julio Pérez, un maravilloso gallego que adopté como el abuelo que nunca tuve. El fue el primero en enseñarme los nombre vulgares de las aves y otros animales que veíamos en el campo y que recuerdo tan abundantes en aquel entonces. Teros, patos, mirasoles, jilgueros, urracas, calandrias, horneros, benteveos, chimangos, lechuzas, chingolos, liebres, perdices, peludos, cuises...
El abuelo Julio, con sus casi 80 años, sin temerle al cansancio, al viento, al frío intenso del invierno, bajo el sol, siempre preparado para ayudar, para compartir. Es que el abuelo había gambeteado muchas veces a la muerte soportando enfermedades, pobreza, estafas y hasta un terremoto estando en  Chile, del que se salvó milagrosamente. Había llegado de España con tanta esperanza... y la muerte lo encontró pasados ya los 90 años en su tierra prometida a la que tanto, tanto amó y a la que no pudo dejarle descendencia. Como en la canción de Alberto Cortéz, don Julio nunca pudo volver a España.

Hoy sigo volviendo al campo, pero en tantos años pasaron muchas cosas... ya no hay liebres, ni perdices, ni peludos en cantidad. Los teros siguen acompañando mis pasos pero el melodioso canto de tantos pájaros que me alentaron a soñar en formar con ellos toda una orquesta ya no existe, y a veces el silencio se vuelve demasiado gris y agobiante.
Es que han llegado las fumigaciones, los agroquímicos y la despiadada persecución de ese homínido llamado Homo Sapiens.
Y con ello, la magia de vivir en armonía se ha roto.




Comentario en un diario de Mar del Plata sobre el libro.





LA CAPITAL

Mar del Plata, domingo 14 de mayo de 1989.
LETRAS-ARTE-CULTURA

Comentarios bibliográficos
Por Horacio Carballal

“Evocaciones de una viajera” de Etel Carpi. Foto de tapa: Bautista Carpi.
Ilustraciones: Etel Carpi. Marymar Ediciones. Buenos Aires 1988. 217 páginas.

Etel Carpi, nacida en Los Toldos, (provincia de Buenos Aires) el 16 de diciembre de 1957, es profesora de Música egresada del Conservatorio Nacional López Buchardo, concertista de piano, poeta, pintora y algo más que aficionada por todo lo que se refiere a la fauna y a la flora. Posee, además, tres virtudes que no abundan en nuestro tiempo: espíritu de aventura, devoción por la naturaleza y amor a la Patria.
  Como el principio del amor es el conocimiento, desde muy pequeña (vacaciones en Córdoba) se propuso conocer íntimamente nuestra dilatada geografía hasta llegar a los lugares menos frecuentados y más inaccesibles, no con la cómoda y superficial mentalidad del turista que pasa, mira y se va, sino integrándose a la naturaleza, gozando de sus bellezas hasta convertirlas en vivencias íntimas y soportando alegre y valerosamente todos sus rigores.
  ¿Cómo conciliar la fina sensibilidad artística con la curiosidad científica y el riesgo de la aventura? La clave está en estas palabras de la autora: “Nunca podré definir cuál de las dos cosas descubrí primero, porque desde que tengo uso de razón ocurre que una cosa me lleva a la otra: la naturaleza me lleva al arte y el arte me lleva a la naturaleza, y aquello que he perseguido –que persigo-armonía, equilibrio, belleza, paz, lo encontré en el mundo sublime de natura y he podido recrearlo en el no menos sublime mundo del arte”. En lo que hace a la ciencia, junto con la geografía argentina, la zoología y la botánica fueron sus materias preferidas en la escuela secundaria. En la misma época, un gallego que superó los 90 años de edad, la acompañaba en sus correrías por los pagos que alguna vez fueron de Coliqueo y le enseñaba los nombre vulgares de las aves y los animales.
  A los 18 años, con la inseparable compañía de sus pares, comienzan los periódicos viajes en coche hasta los más distantes, riesgosos y bellos parajes. De algunos de ellos ni siquiera conocemos el nombre la mayoría de los Argentinos: el Acay, en Salta, el paso más alto del país y de América; Tocomar, pequeño valle cercano a San Antonio de los Cobres; Laguna de Los Pozuelos, la laguna de los flamencos, en la puna jujeña; pueblitos como Iruya y Tiraxi, también en el noroeste; el bosque petrificado de Cerro Madre e Hija en Santa Cruz, cuya antigüedad puede estar en el orden de los 150 millones de años; Pigüem Nonraltá ( campo del cielo), en el límite sur chaqueño santiagueño, con meteoritos que pesan más de 30 toneladas; la isla Roja y el Cabo Dos Bahías en Chubut; la Gruta de Intihuasi en San Luis; el bosque de La Mar Chiquita en Córdoba; el Parque Nacional Lihué Calel en La Pampa, y muchos más pueblos, montañas, ríos, lagunas, etc, cuya existencia ignoramos.

  En la inmensidad del paisaje, de cuando en cuando la presencia del hombre: los guardabosques, la gente de Vialidad Nacional y de Gendarmería y las heroicas maestras en cuyas escuelitas la autora dejó siempre su primer libro de poesías “Sonetos”.
  “Evocaciones de una viajera” es mucho más que un diario de viaje, el fruto de anotaciones que registran episodios a veces divertidos, otras veces dramáticos; es también, algo más que una amenísima lección de geografía, botánica y zoología; es, fundamentalmente, un alegato a favor de la vida, de la preservación de nuestras riquezas, del equilibrio ecológico; la emocionada y lírica exaltación de las bellezas de nuestra tierra y todavía más, el ejemplo de la FAMILIA CARPI, con la madre venciendo sus temores, el padre convertido en consumado automovilista tanto en los caminos de montaña como en el fango o en el ripio, y esta hija que los impulsa y los hace dormir en una carpa y afrontar los más insospechados peligros a lo largo de 14 años.
  Sin seguir un orden cronológico, Etel Carpi nos adentra en el país desconocido y nos hace participar de sus emociones con un estilo transparente y directo en el que no está ausente la nota lírica, además de los poemas que intercala y las hermosas ilustraciones que ayudan al lector a ubicarse con mayor precisión en los lugares descriptos. Complementan la obra una base bibliográfica y los nombres vulgares y científicos de las especies animales y vegetales citadas en el texto.
  Acostumbrados a la vida sedentaria y hedonista, a viajar con el mayor confort y seguridad posibles, alejados del trato directo con la naturaleza, esta obra de una joven escritora bonaerense ( cinco libros publicados, dos de ellos compartidos con otros poetas y tres en preparación y en proceso de edición) tiene el mérito , entre otros, de recordarnos que todavía hay tiempo y lugares para la aventura. Tengo la esperanza de que más de un lector seguirá el emjemplo  de Etel Carpi porque, como ella dice: “felices son aquellos que sueñan con algo y tienen el coraje de hacerlo realidad”.
 

 Ver más en:" Evocaciones de una viajera. Editorial Marymar 1988 por Etel Carpi en Facebook.com

Para ver algunos libros en versión electrónica de Etel Carpi, ir a ISSUU.com/ecoliterario. Allí encontrarán RIMAS DE VIDA Y SUEÑOS (2014) y LOS DOMINIOS DEL SILENCIO (2013) poesía, IMAGINARIO DE AMOR (2015), Cuentos y relatos. GAJOS POÉTICOS (2014) reflexiones y CUENTOS DEL SUR (2010), cuentos infantiles. La versión electrónica de EVOCACIONES DE UNA VIAJERA. Ed. propia 2015. Se realizó una edición de 30 libros digitales para las escuelas del distrito. Marzo 2016. Por editorial de Las Tres Lagunas. También en versión electrónica NUESTRA FAUNA MARINA AUSTRAL (2016) ensayo, relatos.  EL PAÍS QUE YO VIVÍ (2016) poesía ecológica.

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