MI LUGAR Y HORA PREFERIDA.
Quisiera -¡este verbo quisiera!
otra vez aparece en mi vida,
se hace sueño, anhelo, esperanza
y me empuja, buscando salida.
El presente no alcanza a calmarlo
aunque abunden la fe y la alegría.
Hay un algo que busca más lejos,
un ya sí, pero no todavía.
Tiene gusto a una cierta nostalgia,
a experiencia de cosa vivida.
¿Es recuerdo de infancia inocente
o adultez de inocencia perdida?
Lo que hoy siento no es algo nuevo
-nunca es nueva una vieja noticia-
¿Será que el mate de cada mañana
como a llama pequeña lo aviva?
Viene quieta y golpea en el alma
como amigo que cae de visita:
me sorprende, quizás me trastorna,
y me alegra por ser recibida.
Es paciente, y a veces parece
que se hubiera quedado dormida
pero basta que llegue el invierno
para hacerse presente en mi vida.
Es la savia profunda de abajo,
es la raíz de mi planta escondida,
es aliento, alimento, fermento,
¿o llamado que viene de arriba?
Junio suele traerme sorpresas
-noches largas que acortan el día-
y me obligan a irme hacia adentro
alargando mis rumias tranquilas.
El castaño desnuda sus ramas
mezquinando su savia dormida.
Solo, entrega el follaje ya inútil
renunciando a su sombra tupida.
Es que sabe cuartear los inviernos
-para Pascua entregó su semilla-
y prepara el ramaje desnudo
entregando sus hojas marchitas.
También yo quiero hacer mi camino
y adentrarme despacio en la vida,
preparándome en cuerpo y en alma
hecho savia, follaje y semilla.
Cuando el sol de mi tarde se apague
incendiando el final de mis días,
quiero ser simplemente un mensaje:
una estrella del cielo prendida.
Padre Mamerto Menapace.
En su libro "LA VIDA QUE EL PADRE NOS DIO".
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