Mucho más que una vida
La biografía es un complejo artificio
literario. Reclama el talento necesario para combinar, en su justa medida, los
hechos que configuraron la vida narrada con el irrenunciable y personalísimo
estilo de su narrador. Esto nos advierte de la delicadeza del género
biográfico, uno de los más cautivantes para los lectores de todos los tiempos.
Las razones son evidentes: una vida escrita es una vida que se recuerda porque
ha sido intensa, ejemplar, lúcida o luminosa. Es el caso de “Bautista: un
hombre de palabra” de Etel Carpi, que a través de sus páginas evoca y rinde
tributo a la vida de su entrañable padre. Esto le imprime al libro una cuota
muy fuerte de emotividad, ya que sabemos que la autora nos ofrecerá también
parte esencial de su vida, dado que es imposible contar la vida de un padre sin
contar, en buena medida, la propia. No obstante, esa cercanía de padre e hija,
hilvanada por la memoria de lo vivido que resucita en cada párrafo con el
vértigo del presente, no pierde de vista la mirada armónica y equitativa que
define a un diestro biógrafo. Las circunstancias reales brindan el sostén
verídico que demanda cualquier pieza biográfica. Aquí no hay sólo un rememorar,
sino que nos encontramos con una ardua pesquisa, una verdadera investigación de
una vida. Esto es singular y hace de “Bautista: un hombre de palabra” un libro
indispensable dentro de la producción de la autora porque le ha impuesto el
doble desafío: el del generoso recuerdo y el de la estricta realidad.
Se ha afirmado con frecuencia que
somos lo que recordamos. Eso es cierto, pero escatima otra parte de esa misma
certeza: no podemos recordar todo lo que nos ha llevado a ser quienes somos.
Ese hiato debe ser salvado con maestría cuando se emprende la escritura de una
biografía. Esa precaución ha sido tenida en cuenta por Etel Carpi, que nos
señala el camino de la vida de su padre, sendero cimentado por la tenacidad de
la ética y el compromiso de la palabra empeñada sin detrimento de los sueños
que trajeron a cuestas las familias de inmigrantes a nuestro país y que, con
laboriosidad, buscaron cumplir. No hay página de esta biografía que no invite
al lector a seguir indagando en la historia de un padre que le permitió a su
hija adentrarse en los enigmas de la creación literaria así como en las
maravillas, no menos misteriosas, de la Naturaleza.
La gratitud, creo no engañarme, es la
virtud cardinal de esta biografía. Por todas estas razones, y algunas otras que
la brevedad de un prólogo no puede rescatar, me convenzo de que no seremos pocos los que
nos reconoceremos en esta nueva obra de Etel Carpi, puesto que muchos estamos
devotamente agradecidos a quienes nos dieron la posibilidad de transitar cada
uno de los variados y contrastantes matices de la existencia.
En lo personal quiero agradecerle a
la autora la confianza depositada en mí para urdir estas líneas. Le resta al lector la gozosa tarea de
recorrer las páginas que continúan
Andrés Russo
Junín, 19 de enero de 2018
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