CARTA A MI HIJA ADOLESCENTE
Amanece en el campo y me inspira el silencio y ese sonido del viento
cómplice en éste instante que vine a buscar.
Las ramas del sauce eléctrico son abanicos filtrando la luz pura que nace
del infinito desde donde anoche el ángel dulce de tu abuelita te vino a visitar
para recordarte que tu próximo cumpleaños tiene que ser de felicidad.
Ella atraviesa el espejo del cielo y te abraza porque nadie nace, nadie
muere, es nuestro ser divino el que perdura en la galaxia intangible de los
seres de luz: ella lo fue y tú lo serás.
Me conmueve la ternura que despierta su memoria en tu frágil corazón
adolescente que te impulsa a escribir versos.
Tú, que siempre pensaste no haber nacido para eso, ahora comprendes que hay
un talento oculto que de la mano de tu abuelita ausente se manifiesta como un
río caudaloso bajando poderoso la majestuosa montaña de la sabiduría.
Hoy es el momento justo para beber su agua pura y fresca y al igual que
aquella gran poeta Limeña ( sangre que vos también tienes) debes buscar "
tu flor de la Canela".
Otro día más que transcurre lentamente hacia el atardecer, pero el tiempo
aquí en éste punto perdido del universo es cada vez más corto por esa extraña y
enigmática ( para nosotros) expansión cósmica que se acelera cada vez
más.
Busca los signos mágicos que hay en tu interior incorruptible y camina con
decisión hacia ellos, concrétalos todos mientras no acabe el tiempo de tu paso
por la tierra.
Entonces: tu misión, como la de tu abuelita, como la mía, como la de todo
ser vivo, será cumplida.
Transcurre la mañana.
Miro el horizonte esmerilado.
Ya la luz del sol lo invade todo.
Calma el viento.
Me siento en paz.
Sólo me resta decirte que TE AMO.
Sigue tu camino.
Elige bien.
Un angelito dulce te protege.
Haz nacido para ser feliz.
Anoche tuviste una señal.
CUMPLE EL MANDATO.
HOY.
Y SIEMPRE.
28-1-12
En el libro El OTRO SILENCIO, de Etel Carpi. Año 2012
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